jueves, 24 de enero de 2008

Para poder cambiar el mundo hay que criar bien desde la cuna

Según la psicopedagoga Laura Gutman, la violencia social nace en el
abandono

Miércoles 23 de enero de 2008 |

"El desamparo de los niños pequeños se hace socialmente visible,
unos años después, en la edad de la adolescencia. Para criar bien
a un bebe sin que se produzcan frustraciones hay que comprender
profundamente los aspectos oscuros de la maternidad, que son exactamente lo opuesto a lo que nos cuentan las revistas", dice la psicoterapeuta argentina Laura Gutman.

"La guerra de Irak es tan grave como las guerras ocultas que suceden
por las noches en las casas. Es allí, en esas guerras íntimas y
multiplicadas, donde reside la cuna de la violencia colectiva", afirma.

Nacida en Buenos Aires en 1958, a los 22 años Gutman se graduó
en París en psicopedagogí a clínica. Después se especializó en temas de familia. De orientación junguiana, se formó con la renombrada psicoanalista francesa Françoise Dolto.

Influida por el pensamiento de Michel Odent, el obstetra que introdujo
el alumbramiento natural y el parto acuático en los hospitales
franceses, Gutman creó en la Argentina, a su regreso, el Centro
Crianza, especializado en la atención de madres y padres con niños
pequeños. En su reciente y provocador libro Crianza, violencias
invisibles y adicciones , pone la lupa sobre las distintas formas de la
violencia y sostiene: "Entre las guerras públicas y las libradas en
el seno de las familias sólo hay una diferencia de escalas".

Durante la entrevista, dice: "Hoy, la maternidad es mucho más
complicada que antes, porque las mujeres estamos desarrollando nuestra identidad en el mundo público. No nos parecen compatibles la
libertad, la autonomía y la maternidad. Y porque construimos nuestra
identidad afuera, cuando nace un bebe, que nos demanda las 24 horas del día, sentimos que nos devora".

Gutman usa el neologismo "maternaje" para describir la nutrición
emocional necesaria para desarrollarse en el mundo adulto con
autonomía. Pero sobre todo bucea en la falta de "maternaje" y en sus
consecuencias sociales: la violencia, las adicciones, el consumo de
alcohol y droga en los adolescentes.

¿Cómo se conectan las carencias de "maternaje" con la violencia
social?


Comprendiendo que la maternidad no es lo que vemos en las revistas.
Se trata de un fenómeno absolutamente misterioso. Nos conecta con
nuestros lugares más sombríos. Decimos que hay violencia cuando no
podemos tolerar que dos deseos compartan el mismo territorio emocional
.Si mi deseo tiene que ganar y expulsar el deseo del otro para concretarse, hay una dinámica violenta. Entonces, cuando nace un chico, por más deseado que sea, si tuvimos una historia de desamparo emocional, se instaura una guerra de deseos y necesidades entre la madre y el bebe. El hijo chiquito necesita el cuerpo de su mamá todo el tiempo y la madre necesita autonomía. Si venimos de una historia de poco "maternaje", entonces haremos prevalecer nuestro deseo por sobre el del bebe: o me salvo yo o el chico, no hay lugar para dos. Esa es la cuna de la violencia.

¿Qué nos espera si tocamos nuestras zonas oscuras con la
maternidad?


Las mujeres, si nos animamos a transitar plenamente el puerperio,
tenemos una oportunidad única de crecer emocionalmente; de ganar en intuición, en inteligencia emocional, en lucidez. No hay otra
oportunidad como ésa de generar tal transformación, si podemos
replegarnos un poco del mundo.

Pero ¿y las mujeres que trabajamos? Muchas no sólo necesitamos
trabajar para ser, sino para vivir. ¿Cómo se deja el trabajo por
un año, por ejemplo?


No es el trabajo el que me necesita a mí, sino que soy yo la que
necesita del trabajo.
Las dificultades a que me refiero las he visto en
mujeres con muchos recursos económicos y con pocos recursos.
Además, ¿qué pasaría si nos damos cuenta como sociedad de
que si las mujeres se repliegan un año del mundo laboral, cuando
vuelven están en condiciones de darles a las empresas una lucidez
redoblada?

Me resulta fuerte la idea de que la guerra de Irak sólo se
diferencia de las guerras silenciosas libradas en el interior de los
hogares por una cuestión de escala. ¿Nos explica mejor esta idea?


Nos parecen terribles las guerras y, en cambio, vemos como una
nimiedad dejar a los niños llorando solos, sin la presencia de la
madre. La violencia es la alianza social que nos convence de que el bebe tiene que aprender a no depender tanto de los brazos de la mamá.¿Sabe que uno de los libros más vendidos en el mundo "enseña" a dejar llorar al bebe hasta que se duerme solo? ¿Y por qué? Para que entienda que este mundo es así y que nadie va a venir a
acompañarlo. Dejar a un bebe llorando toda una noche equivale a su
muerte espiritual.
Y después, ¿cómo no vamos a salir violentos?
Son pocos los padres que matan físicamente a sus hijos, pero los que
los abandonan son mayoría.

¿Esta dinámica violenta inicial trae la imposibilidad de
integrar al otro?


Para un bebe, el otro no existe. No le importa nada lo que necesita
la mamá. La mamá es nutriente, ciento por ciento. Ocurre que
cuando crecemos desamparados quedamos fijados a esa estructura del "no me importa nada del otro". Entonces, de adultos, seguimos igual. Ese niño que fuimos desarrolla diversas dinámicas de supervivencia: se impone al otro, le cuesta integrar las ideas del otro, se llena de comida, de droga, o encuentra la manera de que el otro deje de ser sí mismo, porque tengo que llenarme yo, que estoy muy vacío. Son dinámicas que producen sistemas vinculares violentos, o producen la sociedad de consumo.

¿El consumismo también puede ser una forma de violencia?


Sí, está en esa dinámica. Me lleno de objetos yo o a mis hijos porque me cuesta darles tiempo.

Hoy se ve alcoholismo en los adolescentes y crecen las noticias de
muertes por sobredosis.


Se trata del mismo desamparo de los niños pequeños que, unos
años después, se hace socialmente visible en los adolescentes. Es
entonces cuando se ve el grado de consumo que necesitan para cubrir la falta de nutrición emocional.

¿El planteo actual de lucha contra las adicciones no sirve?

No estoy de acuerdo con el concepto de lucha. Muchas veces es
imposible luchar contra una parte de uno mismo.

¿El cambio viene a partir de una suma de transformaciones
individuales o colectivas?


Considero más posible cambiar en términos individuales, cuya
suma dará una masa crítica. Por eso creo que, para cambiar el
mundo, primero hay que cambiar la forma de criar a nuestros hijos.

Por Laura Di Marco
Para LA NACION


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